lunes, 8 de septiembre de 2014

Entrégate Capitulo 2


Capítulo 2



Fue una tarde de lluvia en la que la gripe me jugó una mala pasada. La fiebre había agotado mi capacidad de resistencia. Yuu insistía y a mí me pareció más sencillo decir que sí y salir del paso.
Hacía muchísimo tiempo que no hacíamos nada y todo terminó en seguida. Me encerré en el baño, asqueado. Unos momentos después lo descubrí.
—Yuu, ¿no te has puesto nada?
—He acabado fuera, Jaejoong —respondió sin despegar los ojos de la tele. «¿Fuera de qué?», me pregunté. Si aquel pegote no era lo que yo estaba pensando, no sé qué era. No era mío, sin duda. Yo no me mojaba nunca.
—¿Estás seguro? —insistí, mientras un acceso de tos me dejaba fuera de combate.
—Claro. Además, no sé de qué te preocupas. Demasiada mala suerte sería que te quedaras embarazado acabando fuera y con un solo ovario. Es más fácil que te toque la lotería, ¿no?
De todas formas, me sentía demasiado enfermo como para considerarlo siquiera. Me acurruqué en la cama y continué sudando el virus que me estaba matando. Yuu me acarició el pelo mientras reía a carcajadas con los bloopers.
Adoraba ver accidentes jocosos. Tenía un sentido del humor tan simple que muchas veces me hizo preguntarme si de veras era normal. Debía de serlo, porque era un hombre muy querido por sus amigos y bastante exitoso en lo que hacía.
Yuu se dedicaba a la política. Era secretario de un senador y su principal tarea era organizarle la agenda. Era un vendedor de humo profesional. Un descarado, una especie de farsante inofensivo, muy querido por todos menos por mí. No era una mala persona. El problema era yo. Demasiado complejo para cualquiera, demasiado reflexivo. Aburrido, me definía Yuu muerto de risa. Y tenía razón. Yo no era una persona interesante, y aparentemente no tenía nada para dar. Y era así, al menos hasta que encendía el ordenador y me ponía a escribir. Todo había comenzado como un juego, o más bien como un experimento. Luego se transformó en mi trabajo de graduación, y continuó creciendo. Bendito blog. «Trapitos al sol», se llamaba, y allí volcaba yo todas mis inquietudes junto a mi amigo él sexólogo. Quinientas mil visitas nos mostraban que a nuestro público le interesaba mucho lo que teníamos que decir. Cada semana una columna. Yo escribía sobre amor y Junsu sobre sexo. Y también usábamos el blog para promocionar su negocio de maleta roja.
Era muy raro: en ese lugar yo lograba soltarme realmente.
Nadie sabía que Kim Jaejoong y Kim Junsu estaban detrás de Xiah y Hero. Jugar a «Sexo en Nueva York» había resultado maravilloso. Y también rentable, al menos para mi amigo. A mí me daba otro tipo de satisfacciones que no se compran con dinero. Yuu no sabía nada de todo esto. Presiento que no le hubiese gustado, porque él no me entendía. Me ignoraba porque no me comprendía, y así también ignoraba todo lo que yo hacía. No había dudas de que no éramos el uno para el otro. Aun así, jamás pensé seriamente en dejarlo. No sabía a qué le tenía miedo. Al fracaso... podía ser. Divorciarme sería una forma de fracasar. A estar solo, a mi madre, a mí mismo. Era todo eso, sí. Y a empezar de nuevo. A una nueva casa. A tener que salir, alternar, hacer vida social. A tener que fingir lo que no era, a presentar mi mejor cara cuidándome de no mostrar mis defectos demasiado pronto. A hacerme el simpático, a demostrar interés, aunque en realidad me importara un carajo lo que me dijeran. «¡Qué egoísta es Jaejoong!» Sí, era terriblemente egoísta. Y cómodo. Todavía lo soy. Pero esa comodidad tenía su precio, y yo aún lo estoy pagando. Fue el destino quien decidió por mí.
Tenía varios días de atraso y nunca me pasaba eso. Mi único ovario era como un relojito que funcionaba a la perfección. Con el correr de las horas, cierta inquietud comenzó a apoderarse de mí poco a poco, hasta dejarme completamente desquiciado. Yo no utilizaba ningún método anticonceptivo, pues hacía tiempo había decidido prescindir de ellos por falta de uso. Era un desperdicio meterme hormonas en el cuerpo por gusto. El primer día no me preocupé. El segundo, corrí al gimnasio y salté en la cama elástica hasta que me dolió la cabeza. Tenía el pecho muy adolorido ¿eso sería buena o mala señal? Carajo, el tercer día estaba al borde de las lágrimas y creo que la mujer de la farmacia se dio cuenta, a juzgar por la compasión que vi en su mirada cuando me entregó el test. No me lo hice esa noche.
El prospecto aconsejaba hacerlo por la mañana, porque la acumulación de gonadotrofina en la orina sería más intensa en el caso de... estar. Casi no pegué ojo. Cuando Yuu se marchó al Palacio de las Leyes, me levanté y lo preparé todo. Cinco minutos después, continuaba en posición en el váter, y ni una gota de pis había salido. Mi cuerpo traicionero me estaba jugando una mala pasada. Guardé el test en la caja, furioso.
¿Cómo era posible que después de toda una noche no pudiese hacer pis? Jamás me había pasado algo así. Salí corriendo para la revista, pero antes de llegar me compré dos botellas de agua mineral sin gas y me las fui tomando por el camino. Al mediodía me vinieron ganas. Fueron tan pero tan fuertes que casi me lo hago encima. Corrí al baño, pero estaban todos ocupados. Ay, ya no aguantaba más. Sólo me quedaba una cosa por hacer, ir al de mi jefe. El monstruohabía salido, así que me instalé bien a gusto, haciendo un despliegue del instrumental necesario. Qué alivio, por Dios. Llené el recipiente en cinco segundos. Lo coloqué con cuidado en la encimera de mármol y luego metí la varita y cerré los ojos. Me puse a contar...
—Uno, dos, tres... Antes de abrirlos ya sabía que era positivo, y también que aquello que me corría por la cara eran lágrimas. De pesar, de frustración, de impotencia. Pero no de felicidad... ¿No se suponía que debería ser distinto? Miles de homnres y mujeres estarían pasando por lo mismo en ese momento... ¿cuántos de ellos tendrían ganas de morirse, como yo? Me quedé mirando la varita como hipnotizado, hasta que se abrió la puerta de golpe y me encontré cara a cara con el mejor amigo del monstro, que parecía tan sorprendido como yo.
—¿Qué hace usted aquí?
—Nada... Tenía prisa y creí que al señor Choi no le importaría que... —comencé a decir, mientras tiraba la prueba del delito en el balde que había junto al váter, aunque sabía que no sólo eso me delataba.
Jung Min sería bastante estúpido si no se daba cuenta de que lo que había sobre el mármol era un recipiente con orina para una prueba casera de embarazo.
—No me haga reír. Todos sabemos lo quisquillosa que es Siwon con su baño. Haga el favor de recoger sus cosas y salir inmediatamente.
—Deme un segundo, ya salgo —le dije, cerrándole la puerta en la cara. A la mierda Jung Min. Tenía cosas más importantes de que preocuparme, o al menos eso creía, porque mientras lloraba como una magdalena en el baño común, alguien vino a buscarme. Al parecer, el monstruo quería verme.
Me sequé las lágrimas como pude y corrí a su oficina:
—Señor Choi, ¿me ha llamado?
—Sí. Toma asiento.
—Gracias.
—Voy a ser muy directo: Kim Jaejoong, estás despedido.
Se me erizaron cada uno de los cabellos de la nuca.
—¿Qué...?
—Lo siento. Es que necesitamos hacer unos ajustes y...
Me puse de pie como en un sueño.
—¿Es por haber usado su baño? ¡Le pido disculpas!
El pareció incómodo con la pregunta y directamente la soslayó.
—No sé a qué te refieres. El hecho es que ya no perteneces a la empresa y deberás pasar hoy mismo por la oficina de personal para...
—Lo sabe, ¿verdad? De alguna forma, Jung Min lo ha descubierto y se lo ha dicho, ¿no es así?
Siwon pestañeó varias veces, pero se mantuvo en sus trece.
—No sé a qué te refieres —repitió con frialdad. ¡Cómo odiaba a ese monstruo! A él y a su amigo, que era igual de malvado.
Me desesperé. Un empleo de asistente de producción en una revista de decoración no era lo que yo siempre había deseado, pero era lo mejor que había podido conseguir. Y en un año había pasado de chico de los recados a redactar cada pie de foto de las producciones que la revista realizaba. El monstruome había prometido incluso permitirme hacer un artículo sobre decoración vintage, y hasta me había asignado una partida para que buscara antigüedades en remates y ferias de campo. Y ahora esto... No podía entender por qué. Estar embarazado era un inconveniente en cualquier empleo, pero no despiden a todas las y los embarazados, ¿o sí? El año anterior, Bomie había tenido un niño y Siwon hasta le había enviado flores. Entonces, ¿por qué a mí? Y de pronto lo entendí. Me estaba despidiendo porque podía hacerlo sin que yo le reclamara nada extra por la vía legal. Lo estaba haciendo antes de que yo se lo comunicara, para luego alegar que ignoraban el hecho y no pagarme la indemnización que me correspondía.
 Maldije en voz baja y luego en voz alta. Siwon llamó a seguridad y ahí terminó todo, al menos en la oficina. ¿Qué iba a hacer? Había tropezado dos veces con la misma piedra. No había aprendido nada... ¡Dos malditas veces me dejé embarazar por un hombre al que no amaba! Mierda... ¡Ni siquiera me gustaba! Qué tonto era. Y mi castigo sería permanecer atado a Yuu de por vida. Me lo merecía, de veras que sí. Mientras caminaba hacia el Palacio de las Leyes, me sequé las lágrimas con el dorso de la mano. Pero sorprendentemente, cada paso que daba me hacía resignarme más y más. Tenía un pequeño pececito latiendo dentro de mí, y esta vez saldría adelante. Cuando llegué a la puerta, casi había aceptado mi destino. Pagaría mis culpas, tendría a ese niño. Quién sabe si no era la única posibilidad que tendría de ser “madre”... Sí, por algo estaba allí en mi vientre. Por un momento me imaginé con una enorme barriga y hasta se dibujó una sonrisa en mi rostro. Debería postergar mis sueños por un tiempo, y también ajustarnos el cinturón, pero podía con eso.
Lástima que Yuu no pensó igual. Cuando se lo conté se puso furioso. Me cogió del brazo y me echó a la calle. Me dijo de todo menos hermoso, como si yo fuese el único culpable de todo eso.
—¡Te lo dije, Jaejoong! ¡Te lo dije muchas veces! ¡No quiero niños! ¿Por qué has tenido que dejar la píldora?
—¡Jamás volvimos a hablar de eso! Nunca me dijiste que no querías...
—Te he dado miles de señales, pero no has querido reconocerlas.
—¿Y por qué mierda acabaste dentro, hijo de puta?
—¡Cállate, estúpido! Alguien te puede oír. —Y luego me dijo al oído—: Si de vez en cuando me dejaras follarte, no me hubiese comportado como un adolescente en llamas. Se me escapó, joder. Y todo ha sido por tu culpa. No podía creer lo que oía. Me estaba echando toda la culpa... Mi marido era una verdadera mierda. Lo era, de veras. Aun así era mi marido, así que decidí librar esa batalla más tarde, por respeto a su lugar de trabajo y porque ahora ése era nuestro único sustento. Me marché. Mi amigo Junsu fue quien me dio consuelo esa tarde, porque no me atrevía a contárselo a mi madre. Pero tuve que hacerlo igual cuando regresé a mi casa esa noche y me encontré con que mi esposo había cambiado la cerradura. Y eso no fue todo. Como si todavía no hubiese tenido bastante ese día, sucedió algo que aún ahora, cuando pienso en ello, me hace sentir escalofríos.
Llovía a cántaros esa noche. Yo estaba muerto de cansancio. Había llorado hasta quedarme seco en brazos de Junsu, que en todo momento se mostró comprensivo y supo contenerme. Yo sabía que eso era momentáneo y que ya vendrían luego los «te lo dije».
Mi amigo me ofreció su casa, pero yo la rechacé.
—Voy a volver, Su.
—¿Qué? ¿A la revista? —me preguntó, haciéndose la tonta.
—Tú sabes de lo que te estoy hablando. Me voy a casa.
—No puedo creerlo, estás completamente loco. El muy cabrón te ha dicho de todo, Jaejoong. No quiere que tengas el bebé. ¡Te ha echado la culpa como si te hubieses quedado embarazado por la participación estelar del Espíritu Santo, y no por él! Piénsalo, por favor. Al menos piénsalo.
—Lo estoy pensando. Y quiero hablar con él. Estoy seguro de que lo que ha pasado es por haberlo cogido por sorpresa. Si hubiese sabido que me acaban de despedir, se hubiese mostrado más comprensivo.
—Jaejoong, haz lo que quieras. Pero yo que tú, aprovecharía la oportunidad y me liberaría de Yuu. Lo que me dijo Junsu me dejó pensando... Sí, sería una buena oportunidad para salir de esa miserable vida que había llevado hasta el momento. Mierda, era imposible. No lo había dejado cuando aún tenía empleo y no estaba embarazado, ¿cómo iba a hacerlo ahora? ¿Qué podía hacer? ¿Adónde podría ir? Mi madre jamás me aceptaría de nuevo en su casa y Junsu estaba empezando una relación con su terapeuta Yoochun.
En ningún sitio había un espacio para mí. Tenía que volver con Yuu fuera como fuese. Lo de la cerradura me pilló por sorpresa. Golpeé y pateé la puerta hasta que me dolió todo el cuerpo, pero él no abrió. Creo que ni siquiera estaba en casa. Me desplomé en la entrada y, por un rato, me sentí un felpudo. Es que me habían pisoteado de lo lindo, y no sólo ese día. Lloré y lloré. Y cuando no me quedaron más lágrimas, fui a buscarlas a la lluvia. Caminaba despacio bajo el aguacero. No tenía prisa ni lugar a donde ir. No quería pedirle nada a mi madre, pero dadas las circunstancias...
—Hola, mamá.
—Jaejoong, te oigo muy mal.
—Es por la lluvia.
—¿Dónde estás?
—En la calle.
—¿A esta hora? Te he llamado a la revista porque tu tía Liu quiere que pases el viernes por su salón, y me han dicho que no estabas.
—¿Y por qué no me has llamado al móvil, mamá?
—Jaejoong, ¡como para gastar estoy yo! Me ha dicho que no le falles, porque ha cancelado una depilación completa para darte el turno.
Vacilé. Tenía varias malas nuevas para contarle. La primera, que estaba embarazado. La segunda, que me habían despedido, y la tercera que debía acogerme en su casa porque no tenía adónde ir.

Sentí intensos deseos de morir. Si eso no era fracasar rotunda y estrepitosamente, no sé qué podía serlo. No siempre es bueno desear cosas con esa intensidad, porque pueden cumplirse. Eso fue lo último que pensé cuando vi aquel coche echárseme encima. Y luego todo fue oscuridad y silencio.


5 comentarios:

  1. aaaash Yuu es un desgraciado por no decir algo más fuerte X-(
    como si el hijo de su reverenda madre no hubiese metido su pito en el agujerito de Jae X-( que vil resultó ser Yuu

    ay nooo!!! que ahora van a atropellar a Jae!!?

    ResponderEliminar
  2. grrrr maldito bastardo!! aww mi jaejoongie ahora q pasara con el y su bebe ya perdio uno y ahora parece q lo van a atropellar T___T aswdad gracias por compartir esta muy interesante :3

    ResponderEliminar
  3. Que malo ese yuu y jae atropellado :( pobrecito todo le pasa :/ pero jae debrs pensar diferente no puedes depender d alguien mas para salir adelante y menos d un mal hombre

    ResponderEliminar
  4. Yuu hijo de su chingada madre u.u. Cómo pudo dejar a Jae solo con el embarazo. Y él, desempleado y con un bb en camino, pero como dicen lo que no ayuda, estorba. Y encima lo atropellan :/

    ResponderEliminar
  5. El esposo de jae es de lo peor ...pobre jae #-# ...ahora con este accidente ..esperemos y no sea muy grave ¥~¥

    ResponderEliminar