Capítulo 2
Fue
una tarde de lluvia en la que la gripe me jugó una mala pasada. La fiebre había
agotado mi capacidad de resistencia. Yuu insistía y a mí me pareció más
sencillo decir que sí y salir del paso.
Hacía
muchísimo tiempo que no hacíamos nada y todo terminó en seguida. Me encerré en
el baño, asqueado. Unos momentos después lo descubrí.
—Yuu,
¿no te has puesto nada?
—He
acabado fuera, Jaejoong —respondió sin despegar los ojos de la tele. «¿Fuera de
qué?», me pregunté. Si aquel pegote no era lo que yo estaba pensando, no sé qué
era. No era mío, sin duda. Yo no me mojaba nunca.
—¿Estás
seguro? —insistí, mientras un acceso de tos me dejaba fuera de combate.
—Claro.
Además, no sé de qué te preocupas. Demasiada mala suerte sería que te quedaras
embarazado acabando fuera y con un solo ovario. Es más fácil que te toque la
lotería, ¿no?
De
todas formas, me sentía demasiado enfermo como para considerarlo siquiera. Me
acurruqué en la cama y continué sudando el virus que me estaba matando. Yuu me
acarició el pelo mientras reía a carcajadas con los bloopers.
Adoraba
ver accidentes jocosos. Tenía un sentido del humor tan simple que muchas veces
me hizo preguntarme si de veras era normal. Debía de serlo, porque era un
hombre muy querido por sus amigos y bastante exitoso en lo que hacía.
Yuu
se dedicaba a la política. Era secretario de un senador y su principal tarea
era organizarle la agenda. Era un vendedor de humo profesional. Un descarado,
una especie de farsante inofensivo, muy querido por todos menos por mí. No era
una mala persona. El problema era yo. Demasiado complejo para cualquiera,
demasiado reflexivo. Aburrido, me definía Yuu muerto de risa. Y tenía razón. Yo
no era una persona interesante, y aparentemente no tenía nada para dar. Y era
así, al menos hasta que encendía el ordenador y me ponía a escribir. Todo había
comenzado como un juego, o más bien como un experimento. Luego se transformó en
mi trabajo de graduación, y continuó creciendo. Bendito blog. «Trapitos al
sol», se llamaba, y allí volcaba yo todas mis inquietudes junto a mi amigo él
sexólogo. Quinientas mil visitas nos mostraban que a nuestro público le
interesaba mucho lo que teníamos que decir. Cada semana una columna. Yo
escribía sobre amor y Junsu sobre sexo. Y también usábamos el blog para
promocionar su negocio de maleta roja.
Era
muy raro: en ese lugar yo lograba soltarme realmente.
Nadie
sabía que Kim Jaejoong y Kim Junsu estaban detrás de Xiah y Hero. Jugar a «Sexo
en Nueva York» había resultado maravilloso. Y también rentable, al menos para
mi amigo. A mí me daba otro tipo de satisfacciones que no se compran con
dinero. Yuu no sabía nada de todo esto. Presiento que no le hubiese gustado,
porque él no me entendía. Me ignoraba porque no me comprendía, y así también
ignoraba todo lo que yo hacía. No había dudas de que no éramos el uno para el
otro. Aun así, jamás pensé seriamente en dejarlo. No sabía a qué le tenía
miedo. Al fracaso... podía ser. Divorciarme sería una forma de fracasar. A
estar solo, a mi madre, a mí mismo. Era todo eso, sí. Y a empezar de nuevo. A
una nueva casa. A tener que salir, alternar, hacer vida social. A tener que
fingir lo que no era, a presentar mi mejor cara cuidándome de no mostrar mis
defectos demasiado pronto. A hacerme el simpático, a demostrar interés, aunque
en realidad me importara un carajo lo que me dijeran. «¡Qué egoísta es
Jaejoong!» Sí, era terriblemente egoísta. Y cómodo. Todavía lo soy. Pero esa
comodidad tenía su precio, y yo aún lo estoy pagando. Fue el destino quien
decidió por mí.
Tenía
varios días de atraso y nunca me pasaba eso. Mi único ovario era como un
relojito que funcionaba a la perfección. Con el correr de las horas, cierta
inquietud comenzó a apoderarse de mí poco a poco, hasta dejarme completamente
desquiciado. Yo no utilizaba ningún método anticonceptivo, pues hacía tiempo había
decidido prescindir de ellos por falta de uso. Era un desperdicio meterme
hormonas en el cuerpo por gusto. El primer día no me preocupé. El segundo,
corrí al gimnasio y salté en la cama elástica hasta que me dolió la cabeza.
Tenía el pecho muy adolorido ¿eso sería buena o mala señal? Carajo, el tercer
día estaba al borde de las lágrimas y creo que la mujer de la farmacia se dio
cuenta, a juzgar por la compasión que vi en su mirada cuando me entregó el
test. No me lo hice esa noche.
El
prospecto aconsejaba hacerlo por la mañana, porque la acumulación de
gonadotrofina en la orina sería más intensa en el caso de... estar. Casi no
pegué ojo. Cuando Yuu se marchó al Palacio de las Leyes, me levanté y lo
preparé todo. Cinco minutos después, continuaba en posición en el váter, y ni
una gota de pis había salido. Mi cuerpo traicionero me estaba jugando una mala
pasada. Guardé el test en la caja, furioso.
¿Cómo
era posible que después de toda una noche no pudiese hacer pis? Jamás me había
pasado algo así. Salí corriendo para la revista, pero antes de llegar me compré
dos botellas de agua mineral sin gas y me las fui tomando por el camino. Al
mediodía me vinieron ganas. Fueron tan pero tan fuertes que casi me lo hago
encima. Corrí al baño, pero estaban todos ocupados. Ay, ya no aguantaba más.
Sólo me quedaba una cosa por hacer, ir al de mi jefe. El monstruohabía salido,
así que me instalé bien a gusto, haciendo un despliegue del instrumental
necesario. Qué alivio, por Dios. Llené el recipiente en cinco segundos. Lo coloqué
con cuidado en la encimera de mármol y luego metí la varita y cerré los ojos.
Me puse a contar...
—Uno,
dos, tres... Antes de abrirlos ya sabía que era positivo, y también que aquello
que me corría por la cara eran lágrimas. De pesar, de frustración, de
impotencia. Pero no de felicidad... ¿No se suponía que debería ser distinto?
Miles de homnres y mujeres estarían pasando por lo mismo en ese momento...
¿cuántos de ellos tendrían ganas de morirse, como yo? Me quedé mirando la
varita como hipnotizado, hasta que se abrió la puerta de golpe y me encontré
cara a cara con el mejor amigo del monstro, que parecía tan sorprendido como
yo.
—¿Qué
hace usted aquí?
—Nada...
Tenía prisa y creí que al señor Choi no le importaría que... —comencé a decir,
mientras tiraba la prueba del delito en el balde que había junto al váter,
aunque sabía que no sólo eso me delataba.
Jung
Min sería bastante estúpido si no se daba cuenta de que lo que había sobre el
mármol era un recipiente con orina para una prueba casera de embarazo.
—No
me haga reír. Todos sabemos lo quisquillosa que es Siwon con su baño. Haga el
favor de recoger sus cosas y salir inmediatamente.
—Deme
un segundo, ya salgo —le dije, cerrándole la puerta en la cara. A la mierda
Jung Min. Tenía cosas más importantes de que preocuparme, o al menos eso creía,
porque mientras lloraba como una magdalena en el baño común, alguien vino a
buscarme. Al parecer, el monstruo quería verme.
Me
sequé las lágrimas como pude y corrí a su oficina:
—Señor
Choi, ¿me ha llamado?
—Sí.
Toma asiento.
—Gracias.
—Voy
a ser muy directo: Kim Jaejoong, estás despedido.
Se
me erizaron cada uno de los cabellos de la nuca.
—¿Qué...?
—Lo
siento. Es que necesitamos hacer unos ajustes y...
Me
puse de pie como en un sueño.
—¿Es
por haber usado su baño? ¡Le pido disculpas!
El
pareció incómodo con la pregunta y directamente la soslayó.
—No
sé a qué te refieres. El hecho es que ya no perteneces a la empresa y deberás
pasar hoy mismo por la oficina de personal para...
—Lo
sabe, ¿verdad? De alguna forma, Jung Min lo ha descubierto y se lo ha dicho,
¿no es así?
Siwon
pestañeó varias veces, pero se mantuvo en sus trece.
—No
sé a qué te refieres —repitió con frialdad. ¡Cómo odiaba a ese monstruo! A él y
a su amigo, que era igual de malvado.
Me
desesperé. Un empleo de asistente de producción en una revista de decoración no
era lo que yo siempre había deseado, pero era lo mejor que había podido
conseguir. Y en un año había pasado de chico de los recados a redactar cada pie
de foto de las producciones que la revista realizaba. El monstruome había
prometido incluso permitirme hacer un artículo sobre decoración vintage, y
hasta me había asignado una partida para que buscara antigüedades en remates y
ferias de campo. Y ahora esto... No podía entender por qué. Estar embarazado era
un inconveniente en cualquier empleo, pero no despiden a todas las y los
embarazados, ¿o sí? El año anterior, Bomie había tenido un niño y Siwon hasta
le había enviado flores. Entonces, ¿por qué a mí? Y de pronto lo entendí. Me
estaba despidiendo porque podía hacerlo sin que yo le reclamara nada extra por
la vía legal. Lo estaba haciendo antes de que yo se lo comunicara, para luego
alegar que ignoraban el hecho y no pagarme la indemnización que me correspondía.
Maldije en voz baja y luego en voz alta. Siwon
llamó a seguridad y ahí terminó todo, al menos en la oficina. ¿Qué iba a hacer?
Había tropezado dos veces con la misma piedra. No había aprendido nada... ¡Dos
malditas veces me dejé embarazar por un hombre al que no amaba! Mierda... ¡Ni
siquiera me gustaba! Qué tonto era. Y mi castigo sería permanecer atado a Yuu
de por vida. Me lo merecía, de veras que sí. Mientras caminaba hacia el Palacio
de las Leyes, me sequé las lágrimas con el dorso de la mano. Pero sorprendentemente,
cada paso que daba me hacía resignarme más y más. Tenía un pequeño pececito
latiendo dentro de mí, y esta vez saldría adelante. Cuando llegué a la puerta,
casi había aceptado mi destino. Pagaría mis culpas, tendría a ese niño. Quién
sabe si no era la única posibilidad que tendría de ser “madre”... Sí, por algo
estaba allí en mi vientre. Por un momento me imaginé con una enorme barriga y
hasta se dibujó una sonrisa en mi rostro. Debería postergar mis sueños por un
tiempo, y también ajustarnos el cinturón, pero podía con eso.
Lástima
que Yuu no pensó igual. Cuando se lo conté se puso furioso. Me cogió del brazo
y me echó a la calle. Me dijo de todo menos hermoso, como si yo fuese el único
culpable de todo eso.
—¡Te
lo dije, Jaejoong! ¡Te lo dije muchas veces! ¡No quiero niños! ¿Por qué has
tenido que dejar la píldora?
—¡Jamás
volvimos a hablar de eso! Nunca me dijiste que no querías...
—Te
he dado miles de señales, pero no has querido reconocerlas.
—¿Y
por qué mierda acabaste dentro, hijo de puta?
—¡Cállate,
estúpido! Alguien te puede oír. —Y luego me dijo al oído—: Si de vez en cuando
me dejaras follarte, no me hubiese comportado como un adolescente en llamas. Se
me escapó, joder. Y todo ha sido por tu culpa. No podía creer lo que oía. Me
estaba echando toda la culpa... Mi marido era una verdadera mierda. Lo era, de
veras. Aun así era mi marido, así que decidí librar esa batalla más tarde, por
respeto a su lugar de trabajo y porque ahora ése era nuestro único sustento. Me
marché. Mi amigo Junsu fue quien me dio consuelo esa tarde, porque no me
atrevía a contárselo a mi madre. Pero tuve que hacerlo igual cuando regresé a
mi casa esa noche y me encontré con que mi esposo había cambiado la cerradura.
Y eso no fue todo. Como si todavía no hubiese tenido bastante ese día, sucedió
algo que aún ahora, cuando pienso en ello, me hace sentir escalofríos.
Llovía
a cántaros esa noche. Yo estaba muerto de cansancio. Había llorado hasta
quedarme seco en brazos de Junsu, que en todo momento se mostró comprensivo y
supo contenerme. Yo sabía que eso era momentáneo y que ya vendrían luego los
«te lo dije».
Mi
amigo me ofreció su casa, pero yo la rechacé.
—Voy
a volver, Su.
—¿Qué?
¿A la revista? —me preguntó, haciéndose la tonta.
—Tú
sabes de lo que te estoy hablando. Me voy a casa.
—No
puedo creerlo, estás completamente loco. El muy cabrón te ha dicho de todo,
Jaejoong. No quiere que tengas el bebé. ¡Te ha echado la culpa como si te hubieses
quedado embarazado por la participación estelar del Espíritu Santo, y no por él!
Piénsalo, por favor. Al menos piénsalo.
—Lo
estoy pensando. Y quiero hablar con él. Estoy seguro de que lo que ha pasado es
por haberlo cogido por sorpresa. Si hubiese sabido que me acaban de despedir,
se hubiese mostrado más comprensivo.
—Jaejoong,
haz lo que quieras. Pero yo que tú, aprovecharía la oportunidad y me liberaría
de Yuu. Lo que me dijo Junsu me dejó pensando... Sí, sería una buena
oportunidad para salir de esa miserable vida que había llevado hasta el
momento. Mierda, era imposible. No lo había dejado cuando aún tenía empleo y no
estaba embarazado, ¿cómo iba a hacerlo ahora? ¿Qué podía hacer? ¿Adónde podría
ir? Mi madre jamás me aceptaría de nuevo en su casa y Junsu estaba empezando
una relación con su terapeuta Yoochun.
En
ningún sitio había un espacio para mí. Tenía que volver con Yuu fuera como
fuese. Lo de la cerradura me pilló por sorpresa. Golpeé y pateé la puerta hasta
que me dolió todo el cuerpo, pero él no abrió. Creo que ni siquiera estaba en
casa. Me desplomé en la entrada y, por un rato, me sentí un felpudo. Es que me
habían pisoteado de lo lindo, y no sólo ese día. Lloré y lloré. Y cuando no me
quedaron más lágrimas, fui a buscarlas a la lluvia. Caminaba despacio bajo el
aguacero. No tenía prisa ni lugar a donde ir. No quería pedirle nada a mi
madre, pero dadas las circunstancias...
—Hola,
mamá.
—Jaejoong,
te oigo muy mal.
—Es
por la lluvia.
—¿Dónde
estás?
—En
la calle.
—¿A
esta hora? Te he llamado a la revista porque tu tía Liu quiere que pases el
viernes por su salón, y me han dicho que no estabas.
—¿Y
por qué no me has llamado al móvil, mamá?
—Jaejoong,
¡como para gastar estoy yo! Me ha dicho que no le falles, porque ha cancelado
una depilación completa para darte el turno.
Vacilé.
Tenía varias malas nuevas para contarle. La primera, que estaba embarazado. La
segunda, que me habían despedido, y la tercera que debía acogerme en su casa
porque no tenía adónde ir.
Sentí
intensos deseos de morir. Si eso no era fracasar rotunda y estrepitosamente, no
sé qué podía serlo. No siempre es bueno desear cosas con esa intensidad, porque
pueden cumplirse. Eso fue lo último que pensé cuando vi aquel coche echárseme
encima. Y luego todo fue oscuridad y silencio.
aaaash Yuu es un desgraciado por no decir algo más fuerte X-(
ResponderEliminarcomo si el hijo de su reverenda madre no hubiese metido su pito en el agujerito de Jae X-( que vil resultó ser Yuu
ay nooo!!! que ahora van a atropellar a Jae!!?
grrrr maldito bastardo!! aww mi jaejoongie ahora q pasara con el y su bebe ya perdio uno y ahora parece q lo van a atropellar T___T aswdad gracias por compartir esta muy interesante :3
ResponderEliminarQue malo ese yuu y jae atropellado :( pobrecito todo le pasa :/ pero jae debrs pensar diferente no puedes depender d alguien mas para salir adelante y menos d un mal hombre
ResponderEliminarYuu hijo de su chingada madre u.u. Cómo pudo dejar a Jae solo con el embarazo. Y él, desempleado y con un bb en camino, pero como dicen lo que no ayuda, estorba. Y encima lo atropellan :/
ResponderEliminarEl esposo de jae es de lo peor ...pobre jae #-# ...ahora con este accidente ..esperemos y no sea muy grave ¥~¥
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