CAPITULO
1
Tengo
que ponerme a escribir. Tengo que hacerlo, lo sé. Sólo un poco más de Facebook
y estaré listo para encarar la temida página en blanco. «Ánimo, Jaejoong», me
dice mi amigo Junsu. Pobre... También por él debo retomar el blog y hacer lo
mío. Es increíble que siendo sexólogo diplomado tenga que trabajar con una
maleta roja en reuniones de tuppersex para ganarse la vida. Bendita pagina que
nos ha salvado a ambos, y en más de un sentido.
Marco
un «me gusta» porque realmente me gusta que se preocupe por mí, a pesar de que
ya han pasado dos meses desde aquel fatídico día. «¡Desaparecido! ¿En qué
andas, Jaejoong?»
Es
evidente que mi primo Heechul no se ha enterado de nada o, si lo ha hecho, ya
lo ha olvidado. Vive en las nubes ese hombre. Igual le pongo un «like» por la
intención. Ah, qué preciosa frase: «Ayer fue historia. Mañana es un misterio. Y
hoy es un regalo, por eso se llama presente».
Más
cierto imposible, pero una cosa es leerlo y otra muy diferente es saber qué
hacer con ello. Me gusta, me gusta mucho. De alguna forma me ha calado hondo.
Tiene sentido para mí, aunque cuando cada noche intento conciliar el sueño, el
ayer se hace presente y el futuro me llena de miedo. Y luego, decenas de
felicitaciones de cumpleaños. Les respondo a todos en un solo posteo: «Gracias
por recordarlo».
Nada
más que eso. Ni que lo he pasado genial ni nada, porque sólo miento cuando se
hace imprescindible, y en el mundo real. Virtualmente se han acordado muchos,
pero no tengo ni idea de cuántos se han interesado lo suficiente como para
llamarme. Y la verdad sea dicha, no puede importarme menos. Haber perdido el
maldito móvil finalmente ha sido una bendición. Servirá para hacer borrón y
cuenta nueva. Nuevo aparato, nuevo número... ¿Nueva vida? Quizá, pero por ahora
sólo puedo pensar en que el destino es un sádico sin remedio, porque a mis
veintiséis recién cumplidos he tenido que volver a vivir con mi madre. Aun así,
prefiero la nueva y no la anterior. Es una vida de mierda, soy consciente de
eso.
Soy
un hombre adulto que está durmiendo en la misma cama que a los trece años, con
ositos incluidos. Pero la anterior era una farsa. Mi vida antes del desastre
estaba cogida con alfileres. Cierto que eran de los bonitos, de esos que tienen
cabezas de colores, pero se han deslizado demasiado rápido y todo se ha
soltado. Me he quedado en pelotas de un día para otro y, a pesar de ello, él
Jaejoong Optimista que habita en lo más profundo de mí me dice que es lo mejor.
Me resulta difícil de creer que encerrarme a fumar armada de aerosoles quita
olores sea algo bueno, o que no poder andar descalzo sin recibir una reprimenda
sea un premio. Soy como una página en blanco y por un momento el terror se
apodera de mí. ¿Podré salir del paso esta vez? Apago mi ordenador; ya dejaré la
columna para cuando esté inspirado.
Eso
puede esperar. Lo que no puedo hacer es quedarme inmóvil para siempre. Tengo
que moverme, aunque sea sólo por dentro. Tengo que salir del letargo, tengo que
comenzar a vivir. Porque ésta es mi vida, al menos por ahora. No tengo móvil,
no tengo casa, no tengo trabajo, ya no tengo un pececito latiendo dentro de mí,
y definitivamente no tengo marido.
Estoy
desnudo. Pero por alguna razón, por extraño que parezca, por horrible que
suene, le presto mis oídos al Jaejoong Optimista y sonrío al pensar que lo
mejor está por venir. El día en que todo acabó, amaneció nublado. «Hum, mal
presagio», me dije. El test de embarazo parecía palpitar en mi bolso,
delatándome. No era la primera vez que me hacía uno y tampoco era la primera
vez que el positivo podía terminar siendo precisamente lo contrario. En aquella
otra ocasión, el resultado me cambió la vida de una forma tan radical que luego
continué dando tumbos durante mucho tiempo. Y presentía que esta vez no sería
distinto. Siete años atrás, cuando mi trompa estalló, lo único en lo que podía
pensar era en que el dolor cesara. Mi luna de miel fue una pesadilla de
jeringas y batas blancas. Regresé a mi vida con un ovario menos y un marido que
estaba de más. Lo del ovario no me importaba. Tenía uno sano, ¿para qué quería
otro lleno de quistes y con la trompa de Falopio detonada? Lo del marido, en
cambio, me trastornó toda la vida. Si hubiese sabido que el embarazo se
malograría, jamás me hubiese casado con Yuu. No es que no lo quisiera entonces.
El problema es que no lo quería lo suficiente.
Mi
amigo Junsu intentó convencerme de que no lo hiciera, pero no le hice caso.
Hasta el momento me había dejado llevar por los acontecimientos, y no había
motivo alguno para cambiar de tesitura. Yuu era mi novio de toda la vida, mi
primer hombre. Yo era un tonto que había olvidado tomar la píldora. Listo, el
final estaba cantado. Me negué rotundamente a hacerle eso a mi madre, que ya
llevaba suficientes vergüenzas a cuestas, y yo le había agregado la de un hijo
de diecinueve años que se había embarazado por accidente.
—Pero
tú no lo quieres, Jaejoong —me dijo Junsu sosteniéndome la mirada. Estábamos en
Zara, buscando un traje decente para la ceremonia civil, que iba a ser la
única. Yuu era judío, ateo y socialista; como para boda religiosa estábamos
nosotros. Ni iglesia, ni sinagoga. Ni siquiera parientes deseándonos felicidad.
Seríamos él, yo y los testigos que la ley exigía. Y a uno de ellos ni siquiera
lo conocía.
—Sí
lo quiero, Su —repliqué, sin darle el gusto de que leyera en mis ojos que tenía
razón.
—Jaejoong,
que no nací ayer. Continúa mirándote al espejo mientras te crees tus propias
mentiras.
—¿Así
que sabes más que yo sobre mis propios sentimientos? Amigo, estoy embarazado y
me voy a casar. Y seré muy feliz con Yuu. Él era implacable. No desistía jamás.
—Sí,
claro. Te casarás, tendrás al bebé, pero que no lo amas es una verdad tan
grande como una casa, Jaejoong. Yuu no es el hombre indicado para tu...
sensibilidad. Ni siquiera te ha hecho acabar una sola vez.
—¡Junsu!
—exclamé irritado.
No
me importaba hablar de esos temas, pero no quería que todo el mundo se enterara
de que era un frígido sin remedio.
—¿Acaso
estoy mintiendo?
—¿Puedes
cerrar el pico? —pregunté, abriendo los ojos como platos para que se diera
cuenta de que no me sentía cómodo hablando de eso en ese momento y en ese
lugar.
—No
—me contestó, pero bajó un poco la voz cuando me dijo—: Y sé que estás pensando
que no acabas porque eres frígido, aunque ya me he cansado de explicarte que no
acabas porque él no te excita, y porque no estás enamorado de ese hombre.
—Estoy
enamorado de «ese hombre». Y cuando realmente tengamos tiempo, cuando no
tengamos que hacerlo a escondidas en los descansillos de las escaleras, lo
lograré, te lo aseguro.
—Ay,
Kim Jaejoong, eres más ingenuo de lo que creía. Si ahora, que se supone que
estáis en pleno enamoramiento, que se supone que os derretís el uno por el
otro, no logras un orgasmo..., ¿qué carajo te hace pensar que después será
mejor? Ni siquiera te gusta, pero eres tan terco que sé que no lo admitirás
jamás.
Se
equivocaba. Por supuesto que tuve que admitírselo. Antes de casarnos no lograba
terminar. Después no podía ni empezar. No deseaba a Yuu. Y Junsu tenía razón:
ni siquiera me gustaba. Con el tiempo, todo se puso peor, porque me provocaba
bastante irritación hasta el simple hecho de dormir con él y tener que inventar
excusas para evitar el sexo. Dolores de cabeza, misteriosos virus contagiosos
del universo. Como cuando era pequeño, acercaba el termómetro a la luz para
fingir que tenía fiebre y no exponerme a los patéticos intentos de Yuu de darme
placer. Cuando no lograba escapar, simplemente me despersonalizaba. «No soy yo,
no soy yo, no soy yo», repetía como un mantra, mientras me concentraba en una
manchita de humedad que había comenzado a aparecer en el techo, o en la lista
de la compra del día siguiente. O simplemente me ponía a contar. «Diez,
nueve... falta poco... ocho, siete... llegó la hora de fingir... seis, cinco...
de veras soy buen actor... cuatro, tres... ya termina esta tortura... dos,
uno... Fuera.»
Me
desembarazaba del cuerpo inerte de Yuu, así como mi cuerpo se había
desembarazado del de su hijo, sin que mediara intención por mi parte.
—La
naturaleza es sabia —había dicho mi madre.
Sólo
eso. Ni una palabra de consuelo, ni un poquito de empatía. Nada, como siempre.
De todos modos, no necesitaba su compasión, porque realmente no lo sentí. Quizá
lo único que lamenté fue que el desenlace se produjera después de la boda y no
antes... Vamos, Jaejoong, ¿a quién quieres engañar? No tenías los huevos
suficientes para cancelarlo todo. ¿Podía echarles la culpa por haber errado
tanto?
Años
aletargado. Ésa es la palabra, «aletargado». No suena bien, pero vivirlo
resultó peor aún. No lo sé, tal vez esté exagerando. En realidad lo arreglamos
de un modo bastante sencillo. Yuu se consiguió una amante fija y varios de
turno. Yo también lo intenté, pero los besos prohibidos y las caricias robadas
no eran lo mío. Siempre supe que necesitaba confiar mucho en alguien para
lograr soltarme. Una relación de sexo casual jamás iba a ser el marco ideal
para eso. Era muy extraño lo que me pasaba. Todo el mundo me tildaba de
egoísta. Mi madre me lo decía siempre, Yuu me lo hacía sentir todo el tiempo y
mis amigos no se quedaban atrás. Todos por distintos motivos coincidían en lo
mismo: «¡Qué egoísta es Jaejoong!». Todos me reclamaban algo de una forma u
otra, sintiéndose merecedores de mi atención, de mis cuidados, de mis desvelos.
Y yo me las arreglaba para mantenerme ajeno a las críticas y a ellos mismos.
Jamás
entraba en polémicas y nunca me mostraba alterado por nada. Estaba en este
mundo, pero no pertenecía a él. Era medio hijo, medio amigo. Había una parte de
mí a la que todos podían acceder y otra parte que ni yo podía tocar. Me
asustaba ese Jaejoong. Temía despertarlo. Me cuidé especialmente de ello
durante muchísimo tiempo y logré mantenerlo a raya. Mi gesto más común era de
asentimiento, mientras por dentro bullían cosas que me esforzaba por controlar.
Cuestionaba todo menos lo que se relacionaba con eso. Ponía fuera lo que se
estaba gestando dentro de mí y amenazaba con desbordarme. Hacía muchas
preguntas, pero ninguna iba dirigida a mí mismo. Es que toda la vida he querido
ser periodista. Cuando era pequeñito me calaba las gafas de mi abuelo y, con la
regla grande, la que tiene forma de T, me acercaba al mapa que él tenía en su
estudio. Cuando todos esperaban que jugara a profesores, yo daba el informe del
tiempo anunciando lluvias en los cuatro puntos cardinales. Y luego me sentaba
en el amplio escritorio, con los pies colgando, y leía las noticias.
«Zeñorez,
cayó el dólar en picado. Zerró a la baja por terzer día conzecutivo», decía,
mirando a la cámara, que era el picaporte de la puerta del estudio. En
ocasiones, cogía mi cepillo de pelo y jugaba a ser un gran reportero por un
momento. Pero cuando realmente explotaba mi corazón, era al imaginar que
entrevistaba.
«Hola,
Zeré muy directo: ¿Qué tiene para dezirlez a ezoz que dizen que uzted ez
hombre?» En mis fantasías siempre hacía preguntas así de incisivas. Con el
tiempo, me fui acobardando y comencé a preguntar sólo cosas políticamente
correctas, y a decir únicamente lo que sabía que querían oír. Simplemente, me
discipliné. Y me odié luego por ello. Me apunté en Psicología primero. Todavía
me pregunto por qué. Quizá tuvo que ver con que no me entendía ni yo, o que no
me quería ni un poquito. De todas formas, no duré ni un año allí, porque eso no
era lo mío. Casarme con Yuu me mostró el camino: ni un solo sacrificio más. Al
siguiente año me matriculé en Ciencias de la Comunicación y ya hace dos que me
licencié. Lo logré: soy periodista.
Lo
soy, pero estoy muy lejos de ser lo que había soñado de pequeño. En primer
lugar: no tengo trabajo. Me acaban de despedir del que más se parecía a un
empleo relacionado con mi carrera. El mismo día en que supe que estaba
nuevamente embarazado, me despidieron de la revista. Y más tarde me enteré de
cuán cierto es ese viejo refrán que dice que no hay dos sin tres.
Espero que les agrade esta
adaptación a mí en lo particular me gustó mucho el libro subiré seguidos los
capítulos ya que lo tengo adelanto sé que es un poco confuso pero más adelante
se irán resolviendo las dudas :D no
olviden comentar para saber si les esta gustado O/ bye bye ~
o.o esta muy interesante pero al final me confundi Dx
ResponderEliminarcon lo de q esta embarazado de nuevo e,e
aswdad gracias por compartir espero el siguiente con ansias ^^
mas a delante se irán resolviendo las dudas :D gracias por comenta O/
Eliminarse lee interesante
ResponderEliminaresperaré la proxima actu ^^
Bb -le lanza corazone- es el primer comentario que te dejo c: Tu blog quedó hermoso ...YJ❤... Esta adaptación se ve/lee interesante. También estoy algo confundida, pero seguiré leyendo para saber que le pasó a Jae ��
ResponderEliminarTe escribo en el segundo cap Kissuuu~ ��
Esmpezando.con.esta historia promete ....estoy con muchas tareas ...pero escapandome para leer un ratito ^~^ gracias por compartir esta historia con nosotras *~*:-D
ResponderEliminar